Karmelynda Valverde

Recordando y extrañando a Miriamcita…

Hace unos días, no se si 4 o 5, porque la neta estaba fuera del Bello Nido, hizo un año de la muerte de mi prima Miriam Martínez Zamora, que en honor a la neta, era mi sobrina. Ella era una adolescente cuando yo me casé, y la dejé de ver muchos años ( 22 aproximadamente), sin embargo la sangre llama y se acercó a saludarme muy cariñosa cuando nos reencontramos en una comida en casa de mi don Mario Navarrete a finales de los 90.

Tres años después vine a Ome a ocupar un cargo en la administración municipal que presidió mi amigo Pancho Espinoza. Ella era en ese tiempo propietaria de Efecto Miriam Martínez Boutique, un exitoso negocio de venta de ropa de marca, con diseños de muy buen gusto. La neta, la neta, el último grito de la moda y al mismo tiempo fue funcionaria del DIF municipal atendiendo la invitación que le hiciera su prima Elvira Domínguez para colaborar con ella como directora del DIF municipal.

Le encantaba la moda, tenía un muy buen gusto para escoger la ropa de su boutique, y me convertí en su clienta. A pesar de la diferencia de edades, y de caracteres, logramos hacer buena conexión, pero en ese entonces, como gozaba ella gozaba de una muy buena economía, tenía un grupo de ‘’amigas’’ con las que convivía, nuestras pláticas se daban solo cuando yo iba a la boutique.

Al término del gobierno de Espinoza Hilario yo abro ‘’Mammá Mía’’ un restaurante italiano y Miriam se convierte en asidua clienta de este negocio. Ya fuera con sus hijos, o con alguna comadre o amiga, gustaba llegar por las tardes-noches a disfrutar de la lasaña que era uno de sus platos favoritos. Luego yo me iría a los Estados Unidos por 5 años y seguimos en contacto por teléfono, sobre todo en esos aciagos días en los que ella se enfrentó a

pruebas muy difíciles, como fue su quiebra económica al haberle servido de aval a una amiga que la dejó ensartada con la deuda, el caerse y fracturarse un pie…y su divorcio.

Recuerdo que hablábamos horas por teléfono, se desahogaba contándome la difícil situación por la que atravesaba, pero también reíamos recordando ciertas tertulias como algunas por motivo de su cumpleaños.

A mi regreso de Estados Unidos, Miriamcita, -como me gustaba decirle- fue una de las personas que me animó a que reabriera yo ‘’Mamma Mia’’. Así lo hice y ella volvió a ser una clienta asidua ahora también a mis ensaladas, varias de las cuáles me dio tips y hasta su receta secreta para los aderezos y combinaciones. Y cómo no recordar la segunda temporada de ‘’Mamma Mía’’ con tantas anécdotas con ella, cuando llegaba ya entrada la nochecita con su muy querida comadre Ave Carmona, con quien se sentaba en una de las mesas del corredor externo, ordenaban dos ensaladas y una lasaña para compartir, acompañada de vino tinto. ¡Ah! Pero además reclamaba que me fuera a sentar con ellas a la mesa, para conversar y reírnos. Porque vaya que era muy ocurrente, sumamente simpática para platicar.

Tanto le gustaba no solo la comida, sino todo lo italiano que conquistó el corazón de Angelo Favale, un apuesto actor italiano, relación a distancia que la mantuvo animada, y haciendo planes para reunirse con él, ya fuera en Cancún, Canada o incluso Ometepec, deseo que desgraciadamente ya no pudo cumplir.

Sin duda Miriam fue una mujer de retos, echada pa’lante. Se caía pero no se quebraba. Alguna noche me habló llorando, enfadada, y luego de un rato estábamos riendo de alguna de sus ocurrencias. La visitaba seguido en el Foto Estudio, según yo siempre decía ir ‘’de carrerita’’ pero Miriam empezaba a hablar, y hablar, de un tema o de otro, hasta que aparecía su mami, a decirle que estaban esperando tal o cual trabajo y entonces toda chiviada tenía yo que chisparme. Comíamos totopos mientras ella hacía photo shops en la computadora. Le gustaba enseñarme los photo books que hacía, o los posters para los XV que tenía en puerta. Y en el último año antes

de partir, su tema favorito era el Tele Bachillerato de ´Piedra del Tigre donde era directora, y donde logró el aprecio de alumnos y padres de familia por las ganas no solamente con la que les enseñaba, sino por las gestiones que realizaba en favor de esta escuela.

A Miriam le encantaban los chiles en nogada que yo preparo. No se cansaba de decirme cuanto le gustaban…y justo cuando ella ya estaba internada en Acapulco y hablamos por teléfono, al comentarle yo que el fin de semana siguiente prepararía chiles en nogada, no dudó en decirme ‘’prima quiero un chile en nogada, mándamelo con mi mamá’’. Así lo hice, aunque empezaba a ya no disfrutar de la comida.

Fue muy rápida su partida. Al igual que ella nos resistimos a creer que estuviera tan mal. Por el contrario, me dijo textual al teléfono ‘’Prima dice el Doctor que tengo cáncer pero yo no lo creo y si así fuera yo de esto no me voy a morir’’.

Miriamcita se nos adelantó. Pero su recuerdo, su hermosa sonrisa, sus expresivos ojos, su simpática forma de platicar, e incluso sus claridosos reclamos cuando algo no le parecía, seguirán presente en la mente y el corazón de todos los que la conocimos y la quisimos tal cual.